Cada vez más escuchamos hablar del estrés como algo negativo en nuestras vidas. Sin embargo, el ser humano no podría vivir sin estrés ya que es una respuesta ante el peligro y nos sirve para sobrevivir.
Por ejemplo, si notamos que se avalanza sobre nosotros un perro desconocido, nuestro cuerpo reaccionará ¿De qué manera? El corazón comenzará a latir más rápido, tendremos sudoración, respiraremos más rápidamente… Una vez que el peligro cede, también cederá nuestro estado de estrés.
Ahora bien, consideramos al estrés como algo negativo cuando estas reacciones se prolongan en el tiempo o cuando la amenaza no está delante de nosotros. Si los síntomas persisten podría afectar seriamente nuestra salud.
El estrés en los más pequeños
A pesar de que parezca que los niños no puedan padecer estrés, cada vez son más los que manifiestan esta sensación. Ellos también tienen preocupaciones o las preocupaciones del entorno podrían afectarlos.
Factores que influyen en el estrés infantil
- Escuchar discusiones en casa
- El divorcio de los padres
- Pelearse con amigos y/o compañeros de la clase
- Celos hacia un hermano, primo…
- Padecer bullying
- Familiares con problemas de salud
- Tener miedos o fobias
¿Cómo reconocer si mi hijo padece estrés?
- Se pueden buscar ciertos indicadores que nos permitan identificar si tu hijo sufre estrés.
- Podemos sospechar que estamos en presencia de un caso de estrés si:
- No tiene control de esfínteres
- Presenta un mal comportamiento o tiene cambios en el humor
- No duerme correctamente (alteraciones del sueño)
- Está triste sin una razón aparente
- Presenta problemas para concentrarse y llevar adelante sus tareas
- Presenta síntomas físicos (dolor de panza, de cabeza, alergias, eczemas, palpitaciones, etc)
- Comienza con hábitos nerviosos y tics (se muerde las uñas, se enreda el pelo, presenta movimientos oculares, etc)
- No tiene hambre o come compulsivamente.
¿Qué podríamos hacer para reducir el estrés en los niños?
1- Prestarles mayor atención
Si bien cada vez los adultos tenemos menos tiempo para compartir con nuestros hijos, es fundamental que el tiempo que estemos junto a ellos sea de calidad. Conversar con ellos, sobre sus sentimientos, sues emociones, de modo que se sientan protegidos y comprendidos por nosotros.
2- Comienza el día de manera tranquila
A modo organizativo, deberíamos poder levantarnos un poco más temprano para compartir el desayuno, conversar con los niños. De este modo, empezarían su día sin corridas y eso les da sensación de bienestar y tranquilidad.
3- Si los papás estamos relajados, los niños también lo estarán
Recuerda que los padres somos modelo a seguir para nuestros hijos por lo que, si intentamos reducir nuestro nivel de estrés o buscamos la forma para encontrar la paz y la armonía, los niños nos imitarán.
4- Enséñale a tus hijos a relajarse
Para este punto quiero recomensarte un libro que se llama: “Atentos y tranquilos como una rana” en el que te proporcionará trucos para relajar a toda la familia. La relajación, meditación y el yoga son disciplinas básicas que si se realizan desde muy pequeños, ayudarán a que puedan gestionar mejor las situaciones de estrés.
5- Enséñales a meditar
Puedes instruir a los más pequeños a que tengan momentos de calma imaginándose que están en lugares tranquilos como una playa, por ejemplo. Esto ayuda con una música tranquilizante. También puedes mostrarles cómo respirar de manera que lo puedan extrapolar en momentos de tensión.
6- Comer saludable
Hay varias investigaciones que muestran que lo que uno ingiere es importante a la hora de reaccionar contra el estrés. Por eso, una dieta equilibrada a base de frutas, verduras, proteínas e hidratos de carbono ayudarán a reducirlo.
7- Dar mensajes positivos antes de ir a descansar
Dile a tu hijo palabras que lo alienten y lo motiven. Hagan juntos un resumen del día transcurrido y felicítalo por los pequeños logros. Recuerda que es muy importante mantener fortalecido el autoestima en los más pequeños para que cuando sean grandes puedan gestionar mejor sus emociones.
8- Hacer ejercicio físico
Ya es sabido que la actividad física reduce el estrés; más aún cuando practican algún deporte de grupo que les permite comunicarse con sus pares.